febrero 20, 2008

Amor a primera vista... desde el otro punto

Todos queremos cosas, todos tenemos una idea, aunque sea vaga de lo que queremos y lo que nos gusta. A veces, cada vez que miramos algo de lo que tenemos, no podemos evitar pensar "algun día tendre que cambiarlo". No sabes exactamente por qué ni por cual lo cambiarás, ni siquiera te haz planteado la seria idea de buscar un reemplazo, solo sabes, que a fin de cuentas, aquel objetillo no será definitivo en tu vida.
Eso ocurría con aquel escritorio, aquel que me acompaño en las largas tardes de invierno en casa de mis padres, donde tenía que hacer tareas o el tan detestado "No debo hablar en clases" repetido por hasta 500 veces.

(Nota al margen: Si, fuí niño problema alguna vez, incluso un día el que era mi profesor jefe de tercero medio me dijo que yo iba derecho al fracaso. Nunca supe si lo dijo como una manera de hacerme despertar o si lo dijo porque realmente estuviera convencido que yo iba a ser fracasado. Lo primero que quize hacer luego de comenzar a trabajar en lo que me gusta fue sacarle en cara eso... no puedo evitarlo, lo que daña no lo olvido.)

Como decia, aquel escritorio, donde incluso, en alguna parte esta rayado sobre la cubierta de madera un "Loca" que iba a dirigido a mi profesora de 5to básico que me castigó hasta decir basta y yo la consideraba una loca, ese escritorio al que le tengo tanto cariño y valor afectivo, no podía quedarse, yo lo sabía. Tiene un lado semi quebrado, necesita una nueva capa de barniz. Definitivamente ya no esta para soportar el peso de un computador encima y era hora de su jubilación. Si bien es cierto aun no pasa a retiro, algún día lo hará y con honores. No... ya no hacen escritorios como esos.

Todo lo anterior era solo para introducir el hecho que tenia intenciones de cambiarlo "algun día", cuando llegaría, no tenía idea. Ese día llego cuando, como fue relatado, andabamos viendo un sofá. Allí estaba, arrinconado, sin siquiera el precio pegado, ni el vendedor sabía mucho de él. Me recordo un poco mi antiguo escritorio, nadie sabe que existe hasta que alguien lo nota. Yo veía como todos pasaban embobados directo a ver los sillones y le hacían el quite, cual estorbo al escritorio, nadie siquiera se detenía a mirarlo, simplemente se hacian a un lado para pasar por el estrecho pasillo. Eso incremento más aun mi gusto por el, por una simple "mesa" que nadie parecía interesarle, por descubrir aquel detalle que lo hacia para mi. Si, ese era el digno reemplazo de mi querido anterior compañero. Según doña marmota, yo me enamoro de las cosas a primera vista, según yo, descubro pequeños detalles en las cosas, que hacen que sean de mi agrado inmediato, porque son detalles que para el resto son irrelevantes, pero que tienen algo de mi personalidad y algo de mi hay reflejado ahí. Solo busco mis partes perdidas luego del big bang.

PS: El gusto del género femenino de autocompararse con objetos para cuantificar el cariño.

No hay comentarios: